Lección 1: ¿Pasión o Dinero?

En 1863, un joven de nombre William James, enfrentaba una de las más importantes decisiones de su vida; la de decidir que carrera profesional le sería más provechosa. En una carta escrita a su madre le decía:

"Parece ser que tengo cuatro alternativas en la vida: Dedicarme a la Historia Natural, la Medicina, publicar, o a vivir de la limosna ... Después de todo, el gran problema de la vida parece ser cómo mantener el cuerpo y el alma juntos, pero tengo ante todo considerar cómo sacar un lucro de ello."

"Haz lo que te gusta, y no tendrás que trabajar un solo día en ti vida" dice un viejo refrán, pero este parecería un consejo para aquellos que han tenido la suerte de no tener el dinero cómo un obstáculo. "Sigue tu pasión" dice todo artista o deportista que ha triunfado, sin considerar las bondades que le ha brindado el destino en su camino al éxito.

Si nos llevamos del consejo del actor, del deportista, o del empresario famoso, sin considerar las perspectivas de que quizás lo que nos gusta no sea rentable, no hay dudas de que las probabilidades de llevar cabo nuestro plan de hacer lo que nos apasiona, será truncada en algún momento en nuestro camino.

Pero ¿implica esto que estemos condenados a una vida de aburrimiento y esclavitud laboral? ¿no seria maravilloso contar con ambas a la vez (pasión y dinero), es decir, encontrar una carrera que nos apasione y a la vez que brinde los frutos de un trabajo bien compensado? Y en caso de tener que elegir una ¿cual sería la más apropiada?

Elegir entre Pasión o Dinero. Esa es la pregunta.

El problema de saber qué realmente nos apasiona.

No hay duda alguna de que si no existiese la problemática del dinero todos haríamos los que nos apasiona. Pero, aun cuando el dinero no fuese un problema, nos enfrentamos al problema de saber cuál es la decisión que nos dejaría mayor beneficio. Aunque la pregunta parece no tener relevancia, el tema de saber cómo las personas deciden ante incertidumbre es una que ha preocupado por mucho tiempo a filósofos, matemáticos, sicólogos y economistas.

Una solución a este problema fue propuesta en 1944 por el matemático John von Neumann y el economista Oskar Mortgenstern, quienes desarrollaron una teoría que permitía describir cómo las personas tomaban decisiones bajo condiciones de desconocimiento o incertidumbre. Esta teoría fue llamada la Teoría de la Utilidad.

La Teoría de la Utilidad toma como premisa que las personas son racionales cuando enfrentan opciones en las cuales no hay un resultado garantizado. Básicamente la teoría de Von Neuman y Mortgenstern indicaba que una persona al tomar una decisión, lo hace en base al examen y balance de sus opciones estudiando la utilidad o ganancia que le arrojen cada una de éstas frente a la probabilidad que cada una de éstas  ocurra.

Algo parecido solía hacer Benjamin Franklin cuando estudiaba decisiones. En una técnica a la que llamó "Algebra Prudencial", Franklin utilizaba la técnica de asignar un peso numérico a cada opción que formaba parte de una decisión a tomar, y en base a la eliminación de opciones en pro y en contra de un mismo peso, lograba encontrar la opción que a su entender le dejaría un mayor beneficio.

Pero no todos somos Franklin, y no todas las decisiones son tan sencillas. Una opinión en este sentido tenía el filosofo polifacético Maurice Allais, quien señalaba que la teoría de la utilidad podía solo tener cabida en decisiones independientes que no fueran afectadas de cierta complejidad.

Según Allais, la Teoría de la Utilidad tenía el problema de que tomaba como premisa de que todas las decisiones que tomamos son realizadas en base a un análisis de nuestras opciones de forma independiente y sin pasión alguna, pero esto es algo que no sucede en la realidad, ya que la acumulación de factores en cada opción puede variar nuestra decisión.

Un ejemplo de esto es que hay situaciones en las que si nos dan a elegir entre una manzana y una pera puede ser que escojamos la manzana, pero si nos dan a elegir entre una manzana junto a una naranja, o una pera junto a una naranja, en esta ocasión puede ser que escojamos la opción de la pera, lo cual bajo la Teoría de la Utilidad sería algo irracional.

Para Steven Johnson, autor de "Farsigted: How we make decisions that matter the most", tomar decisiones que requieren un largo tiempo de deliberación y cuyas consecuencias podrían afectarnos por años, es una habilidad sub cotizada. El problema detrás de las decisiones de este tipo según Johnson, es el de la racionalidad limitada.

Para Johnson, nuestras decisiones no son omniscientes ni realizadas con total claridad, sino que están atadas por decisiones anteriores, y factores que ignoramos o desconocemos. La solución que propone Johnson es la de utilizar procesos de decisión que consideren de forma estricta y sin sesgos cada opción.

Una forma de hacer esto, es dividir cada opción en su forma más sencilla y pasar su consideración a partes independientes y analizar los pro y contra de cada deliberación con estas partes, luego revisar y corregir hasta llegar a una decisión del problema mayor.

Otra solución a la problemática de saber que nos gusta y cómo avanzar en la decisión nos la ofrece el filosofo Karl Popper. En su libro la "Pobreza del Historicismo" Popper critica a aquellos que toman decisiones sobre el futuro con limitantes de conocimiento. Para Popper cualquier plan que se haga en base al conocimiento actual debe estar errado ya que el futuro implica cambios a lo que hoy conocemos.

Para Popper, una posible solución a este problema es el de la "Ingeniería por Partes" (Piecemeal Engineering). En base a la Ingeniería por Partes, decisiones que dependen de incertidumbre pueden ser tomadas a pequeña escala para fines de poder ir corrigiendo los errores que van ocurriendo en el camino.

El punto crucial de este enfoque es basarnos en prueba y error en lugar de una visión historicista previa; o, como lo expresó Popper, "progresamos si, y solo si, estamos preparados para aprender de nuestros errores".

El problema de tomar el camino del Dinero.

Pero, ¿y qué pasa si no tenemos la opción de elegir ya que el dinero es un problema o nos motiva más el dinero? O simplemente preferimos hacer dinero ahora para luego poder escoger lo que nos gusta.

Lamentablemente, la decisión de elegir el camino del dinero está plagada de obstáculos al igual que la decisión de saber lo que realmente nos apasiona. Por un lado, si se elige el camino del dinero esperando poder volver al camino de lo que nos gusta, podemos caer en lo que se denomina la "caminadora hedonista" (hedonic treadmill). Esto por el hecho de que no somos robots que podemos trabajar y trabajar sin caer en la tentación de otorgarnos uno que otro gusto.

Por otro lado esta lo que Karl Marx llamaba la alienación del trabajo. En vista que no se ha elegido lo que a uno le gusta, hay muchos chances de que las oportunidades laborales sean agotadoras y aburridas.

Otro problema con elegir el camino del dinero, es el de la posible sobre oferta en el área en la que elegimos especializarnos. Puede darse el caso de que hayamos elegido una carrera en su momento muy demandada, pero que con el pasar del tiempo ya no lo sea. Una situación como ésta le puede dejar en una situación no solo de no contar con dinero pero a la vez sin hacer lo que le gusta.

Una posible solución a esto sea el de la opcionalidad. En su libro “Antifrágil”, Nassim Taleb nos comenta de que una de las principales características de la naturaleza es la de recursos redundantes. Un ejemplo de esto es el cuerpo humano, donde  podemos notar que en ciertos órganos básicos contamos con un repuesto que nos permite sobrevivir con solo uno de éste en caso de que uno falle, como por ejemplo el caso de los riñones.

La idea detrás de esta redundancia es la de poder sobrevivir en caso de que exista un fallo, por lo tanto la idea de la opcionalidad aplicada a la elección de carrera, es contar con opciones en caso de que la carrera principal falle. Es por esta razón que profesionales que cuentan con habilidades que pueden ser utilizadas en varias áreas son menos propensos al desempleo que carreras donde lo que se estudia no es complementario ni de uso para otras carreras.

El problema de tener muchas opciones.

Pero imaginemos por un momento que se cuenta con el dinero, y sabemos los que nos gusta. Ese seria un mundo ideal, ¿no? Quizás en un caso como este, el problema no sea estar en la capacidad de elegir sino el de tener muchas opciones de donde elegir.

Ante una situación de muchas decisiones, el ser humano tiende a no actuar. El problema aquí es que ante todas esas opciones que parecen llevar a caminos de vida muy atractivos, el hecho de elegir una causa un gran pesar, en vista de que existe la posibilidad de que se deje de elegir un camino que puede terminar siendo mejor.

El filosofo danés Soren Kierkegaard llamó a este problema, el de la ansiedad. Kierkegaard reflexionaba que ante lo desconocido existen dos reacciones; una es de miedo ante la incertidumbre y otra de ansiedad de lo que es posible.

Para Kiekergaard, la ansiedad de lo que es posible era el vértigo causado por la libertad de poder elegir. Un ejemplo propuesto por el filosofo danés era el de imaginarnos estando parados frente a un precipicio. Por un lado esta el miedo de caer, pero por el otro esta la ansiedad causada por el hecho de que la decisión de caer está en nuestras manos. Lo que nos causa ansiedad en esa situación no es el vacío sino la posibilidad que está en nuestras manos de poder tomar la decisión de lanzarnos.

Pero, ¿qué podemos hacer en esta situación?

Ante esta ansiedad algunos propondrían eliminarla y avocarse por una vida donde la misma no esté presente, lo cual solo se lograría a través de no tener opciones. Pero Kierkegaard propone todo lo contrario. Éste nos aconseja seguir el camino de la ansiedad ya que a través de la misma es que se alcanza la creatividad. Para Kierkegaard eliminar la ansiedad es vivir una vida sin creatividad, y a la postre no ser libres. Básicamente el precio de la libertad es precisamente la ansiedad que causa decidir.

La decisión de William James.

De todo lo anterior, parecería que no hay una solución certera al problema de qué camino elegir en nuestras vidas. Quizás. Pero, ¿se acuerdan de William James, el joven del que hablábamos al principio de este artículo?

Bueno, les cuento que James terminó siendo uno de los filósofos de mayor influencia en la historia occidental. Su publicación "Principios de Psicología" lo catapultó a la fama y lo convirtió en el padre de la psicología en Estados Unidos. James terminó decidiéndose por la Historia Natural y la Ciencia, que era lo que un principio no le parecía como una opción muy lucrativa.

No hay dudas de que James tuvo suerte en su decisión, ya que como hemos visto, descubrir lo que nos gusta y a la vez hacer dinero, no es tarea fácil. Pero James nos dejó como parte de su legado una recomendación de cómo actuar ante la decisión del camino que debemos escoger.

Su consejo a un tema complejo está revestido de la mayor simpleza:

"Actúa como si lo que haces logra una diferencia".

James estaba consciente de que ante una decisión tan importante como la de elegir a qué dedicarse, es muy difícil contar con toda la evidencia y el tiempo que nos permita analizar a plenitud las opciones que tenemos por delante.

Pero ante tal difícil tarea, quedarse estático no es una solución. Sobre esto pone el ejemplo de un joven perdido en un bosque, con varios caminos por donde tratar de salir. Quedarse en el mismo sitio tiene como único desenlace la muerte, por lo tanto aunque el joven no sepa cuál camino escoger, su única opción es elegir y estar confiado de que el camino escogido funcionará.

Esto no es garantía de que funcione, pero esta decisión sin dudas en balance tiene una mayor expectativa de ganancia que no hacer nada. Al final, actuar es la mejor decisión, y para actuar, hay que creer, y para creer, hay que actuar como si lo que haces logra una diferencia.